Señor, que yo nunca olvide cuán grande es tu amor por mí. Te agradezco por el inmenso sacrificio de Jesús en la cruz a través del cual puedo tener vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
(Juan 3:16)
La juventud pasa muy rápido y es por eso que debemos aprovechar al máximo cada segundo. Debemos invertir nuestra vida en lo que realmente vale la pena mientras tenemos salud y fuerzas.
No hay nada más seguro y acertado que invertir en el Reino de Dios que durará para siempre. Los jóvenes que dedican sus vidas al Señor no quedarán frustrados porque tienen la certeza de que Dios bendice a los que le sirven.